23 mar 2012

El embarazo no es una enfermedad

Vale, no lo es, ¡sólo faltaba! Pero tampoco es un estado "normal" de las mujeres, por mucho que nos digan. Entre medicalizarnos y fiscalizarnos durante estos nueve meses o hacernos creer que aquí no pasa nada, tiene que haber un término medio. Porque es cierto que enfermas no estamos (al menos, las que llevamos una preñez sin complicaciones) y no hay que tratarnos como tales. Pero sí puede pasar que nos sintamos como si lo estuviéramos, y eso debemos tenerlo en cuenta.
Sir John Everett Millais, Mariana, 1851

Durante el primer trimestre llegan náuseas, mareos, vómitos y una sensación de resaca constante que te impide comer, sumada a alteraciones del sueño ("por la noche no duermo y de día me caigo por las esquinas"). Esto deja a cualquiera, con embarazo o sin él, con un mal cuerpo de mucho cuidado. Si una persona se sintiera así durante sólo dos semanas seguidas (algunas durante menos tiempo), iría de cabeza al médico a ver qué demonios pasa y, seguramente, esperaría algo más que "es normal, no te preocupes, probablemente dentro de tres meses te encuentres mejor".

El segundo trimestre te da un respiro (cortito, si es el segundo embarazo) y después llega la estupenda recta final, al sexto mes, con sus maravillosos dolores de espalda, la incomodidad para dormir, las piernas hinchadas, la acidez, el estreñimiento, las hemorroides, el peso constante y creciente, el tamaño brutal de la panza, los picores de piel, la fatiga... ¿Cómo era eso del "estado de gracia"? ¿Qué es eso de "qué guapas se ponen las embarazadas"?

Sin embargo, lo peor no es el festival sintomático, sino que se supone que tienes que llevarlo con alegría y salero y seguir con tu vida como si no pasara nada. Pero sí que pasa. Si es el primer bebé, tienes que aprender y preparar un montón de cosas (y encima aguantar comentarios como "antes los bebés se criaban sin nada, las madres modernas estáis locas, que compráis chorradas innecesarias". A esta gente la quería ver yo hacer la maleta para pasar un mes en Estados Unidos o preparar la mochila para ir de camping dos semanas, a ver si llevaban chorradas o no. ¡Que estamos aprendiendo, joder!). Además, no sabes lo que te espera, así que no puedes hacer planes y no te queda otra que esperar con más o menos paciencia y más o menos terror el parto (¡guau!) y lo que viene después (¡triple guau!). Si es el segundo bebé, todo esto es menos terrible porque ya sabes mucho pero, a cambio, tienes que sobrellevar el bonito embarazo mientras cuidas de una criatura con una energía vital que te deja literalmente destruida al final del día (todo lo que te digan es poco, nunca creí que una se pudiera llegar a agotar tanto).

Como todo esto lo tienes que hacer sin quejarte, "porque no estás enferma, sino en un estado 'natural' de la mujer que, además, has elegido tú", tienes que seguir con tu agenda cotidiana como si nada, trabajando y haciendo lo mismo de siempre sin que se note el machaque o el tiempo que hay que escaquear de no se sabe dónde para poder meter preparativos, visitas al hospital, descanso, clases preparto (y cuidado de bebé número uno, si lo hubiera). Y si no eres capaz de hacerlo, la culpa es tuya (¡ay, la culpa! Se merece post aparte). Además, ojito, que si encima te quejas, estás reafirmando la idea de que las mujeres somos unas débiles y de que las embarazadas rendimos menos, demostrando así que la maternidad es un lastre para el mundo. Y, en definitiva (aquí el patriarcado, que no nos pasa una, ataca de nuevo), esto te pasa porque unas radicales protestaron en su día para que las mujeres tuviéramos derecho a salir al ámbito de lo público, con igualdad de derechos y deberes, cosa a la que el patriarcado accedió graciosamente. Y nosotras, que no sabemos lo que queremos, nos pusimos muy contentas sin darnos cuenta de lo bien que estábamos antes, metiditas en nuestras casas, mantenidas y dedicadas a mirarnos el ombligo y cuidar a nuestros bebés sin ninguna otra preocupación.

No creo que sea necesario que lo diga pero, por si acaso, estas últimas frases las escribo con ironía. Espero que nadie piense que antes estábamos mejor. De todos modos, en cuanto tenga otro ratito para seguir con el blog, lo explicaré con más detalle, no vaya a ser que no quede bien clarito.